Instalar una piscina de poliéster en nuestra vivienda supone una gran ventaja de ahorro con respecto a otros sistemas. Para empezar, nos ahorramos una gran inversión y tiempo en obra. Además, ahorramos en agua, porque los depósitos de agua de poliéster están fabricados con materiales resistentes y duraderos. Éstos son muy similares a los de los depósitos de agua potable, que deben ser estancos para evitar que el agua se contamine, por lo que no habrá problemas de fugas.
El mantenimiento y la limpieza es sencillo: hay que respetar los tiempos que indique el fabricante y seguir el tratamiento como haríamos con cualquier piscina: vigilancia del PH, uso de cloro y antialgas… todo ello usando productos que no sean abrasivos para que no se dañe la piscina. Cuando pasen los años desde la instalación, en ocasiones más de 10, quizás sea necesario pintar la piscina. Después de este paso, tendrá que pasar otra década para que volvamos a necesitar una nueva puesta a punto completa de nuestra piscina.
